Cela no superó el paso del tiempo. Su lenguaje no nos llega. Es rancio. Esa España ya no es la nuestra. Además fue fascista, y después de fascista, un energúmeno impresentable, un pepero conspiracionista y un cachalote enamorado. Y marqués. Madre mía.

Entonces abro La familia de Pascual Duarte y me digo: es cierto, Cela está pasado y su lenguaje ya no nos llega, del mismo modo que Esquilo está pasado y su lenguaje ya no nos llega. Porque así insiste el Pascual en la tragedia: reduciendo un conflicto esencial para cualquiera de nosotros a sus puros huesos. Y ya se sabe que la tragedia no es posmo.

Pero claro, con Esquilo no se atreven.