«Agregaré que además necesito una mujer que sea mía exclusivamente, y que pueda encontrar en todo momento en mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida, y una mujer que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy de ocuparme de nada, que se ocupe de mí hasta en lo más insignificante. Una artista como tú tiene su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con que se apegue a mí es suficiente.»

Carta de Antonin Artaud a Génica Athanasiou, en Cartas a Génica.

a

«¿Querría usted ser tan amable y llevar mi ropa sucia (en el cajón inferior del armario) a la lavandería esta mañana? Dejo la llave puesta en la puerta. La amo tiernamente, mi amor. Ayer tenía usted una carita tan mona al decir: “Ah, usted me ha mirado, me ha mirado” y, cuando lo pienso, se me rompe el corazón de ternura. Adios, cariñito.»

Carta de Jean-Paul Sartre a Simone de Beauvoir, en Simone de Beauvoir, Cartas del castor.